sábado, 28 de febrero de 2009

RUMBO FIRME


Finaliza el mes de febrero y puedo afirmar que, en lo que hace referencia a los entrenamientos, en conjunto puedo confirmar la sensación de que estoy en la dirección correcta, pues tanto las sensaciones, como los días de entrenamiento realizados y los kilómetros acumulados están dentro de la linea de progresión que mi programa tiene establecido. Lo mejor de todo, no es solo el hecho de cumplir con los objetivos que en el papel se señalan, sino las sensaciones de mejoría que, cada semana voy notando, no solo en el mero aspecto físico, esto es ganando poco a poco resistencia e incrementando las distancias que en cada salida puedo realizar con mayor comodidad cada vez, sino lo que para mí es más importante ganando en fortaleza mental.
Es curioso ver o notar como, a la par que mantienes un entrenamiento de forma regular, con el incremento de los esfuerzos que el mismo te va exigiendo poco a poco, en la misma forma va incrementándose tu fuerza mental. Es decir la capacidad que tu cerebro va adquiriendo para permitirte el ir afrontando y superando los momentos de dificultad y agobio que ineludiblemente surgen en cada entrenamiento, sobre todo cuando estos son ya un poco exigentes.
Esa circunstancia, la de la fortaleza mental, la he notado especialmente hoy sábado cuando he realizado la tirada larga de la semana.
Según el plan de entrenamiento, hoy tenía que realizar una salida de ochenta y cinco minutos. Así que teniendo ya planificada tanto la distancia como el circuito a recorrer, a las nueve de la mañana inicié mi salida. He de reconocer que durante los primeros minutos, me encontraba bastante entumecido. Era una sensación similar a como si mis piernas fuesen uno de esos engranajes oxidados que necesitan una buena dosis de aceite para que se pongan a funcionar de forma correcta. La sensación me acompañó de forma bastante desagradable durante el primer kilómetro, haciéndose sentir de forma impertinente en ese primer tramo que para colmo, era una cuesta ascendente, no muy pronunciada pero si constante. Ahí tiré de cabeza y me oblige a mantener un ritmo tranquilo que poco a poco actuó como un balsamo sobre mis piernas. Superado este trance, las sensaciones tornaron a ser muy buenas. Fue como si en un momento determinado hubiese desaparecido el oxido de los rodamientos y estos funcionasen con suavidad y ritmo. Pues esas fueron las sensaciones que yo experimenté, notando como a cada kilómetro el ritmo era tranquilo pero absolutamente eficiente. Así llegue al momento en que me dio por mirar el reloj. Llevaba cuarenta y cinco minutos de carrera y una sensación de fortaleza me embargaba de forma francamente relevante. No sufría. Disfrutaba. Había superado el inicial momento de dificultad y en aquellos momentos avanzaba sintiendo la regularidad de las zancadas, del movimiento ritmicamente acompasado de mis brazos, de la respiracion tranquila, la cabeza alta, con seguridad. Estaba disfrutando con todos mis sentidos de la carrera, independientemente de que el recorrido fuera más o menos exigente. Me sentía absolutamente dominador de la situación. Era la primera vez que lo experimentaba. Y me gustaba. ¡Vaya como me gustaba¡
Continué de forma tranquila mi carrera, avanzando por sitios y lugares conocidos, disfrutando de la mañana y sintiéndome poseedor de la suficiente fortaleza mental como para afrontar esta salida, que constituía la mas larga en tiempo desde que hace seis meses inicie esta época "correril" de la que estoy disfrutando como un niño pequeño en día de reyes.
Tengo que reconocer que el último tramo, con mis "escaleras de rocky" particulares, se me hizo un poco largo, pero aún a pesar de ello, cuando llegue al final de mi destino, lo hice esprintando durante los últimos cien metros. Cuando mire el reloj no habían transcurrido los ochenta y cinco minutos previstos, sino que el tiempo transcurrido desde que inicie la salida era el de una hora y cuarto y los kilómetros recorridos eran catorce con setecientos cincuenta metros.
Terminé cansado pero satisfecho. Superé con cierta comodidad la barrera psicología que para mi suponía el estar corriendo más de una hora seguida. La verdad es que el resto del día mis piernas me están recordando el esfuerzo realizado en la mañana. Pero me lo están recordando con dulzura, con cariño, regalándome una sensación de absoluta placidez cuando me estiro en el sofá a dormitar y descansar. Tapado con la manta y disfrutando de ese estado de somnolencia al que como un nirvana he accedido después de la comida. Creo que mi cara de satisfacción hablaría por si misma. Un leve sonrisa de felicidad ha acompañado en ese sueño en el que los Mares del sur se extendían frente a mis ojos, bajo un sol cálido que brillaba en el cenit y la proa de mi barco, avanzaba firme y segura en el rumbo trazado por un mar absolutamente infinito.
Sabado 14,750 Km 75 minutos
RESUMEN MENSUAL
DIAS ENTRENADOS: 14
KILOMETROS: 131,388

jueves, 26 de febrero de 2009

PULSO RETOMADO

Tras el fin de semana un poco especial, he retomado la semana cumpliendo, hasta el momento el plan de entrenamiento previsto, saliendo a correr, el lunes y el miércoles. También me tocaba salir el martes, pero dado que era carnaval y Alejandra no tenía colegio, aprovechamos el día para ir a esquiar a una de la tres estaciones de invierno que, a menos de una hora de casa, tenemos la ventaja de poder disfrutar. Así que, si bien no corrí el martes, compensé la no realización de la salida, con el disfrute de la nieve, en un día absolutamente espectacular.
Fue importante ese día, pues tras el pequeño accidente que padeció Alejandra el último día de las vacaciones de Navidad, no habíamos vuelto a esquiar con ella y teníamos algún pequeño temor al respecto de como iba a reaccionar, al repetirse la experiencia del esquí.
Pues el pasado martes, todos nuestros temores se disiparon completamente. No solamente no puso ningún inconveniente, sino al contrario, esquió de forma fenomenal, bajando por las pistas de mayor dificultad de la estación con decisión y seguridad. Otra vez más, Alejandra nos vuelve a sorprender con su entereza y sobre todo con la capacidad de superación, eso sí a su ritmo, pero de una forma constante y continua, siendo cada día un poco más fuerte y un poco más segura de si misma, gracias al conocimiento de sus posibilidades, que son en definitiva las mismas que las de todos nosotros. Cada día, con sus pros y sus contras, Alejandra como otras muchas personas en su situación o similar, nos da una lección de coraje y constituye un ejemplo y una motivación para mi.
En lo que a mis entrenamientos hace referencia, ésta semana he incrementado un poco mas la distancia a recorrer cada día, lo que supone que, como mínimo cada vez que salgo a correr la distancia supere ya los nueve kilómetros. Aún cuando en el programa de entrenamiento que sigo, al menos de momento, se basa fundamentalmente en la inversión de tiempo de carrera, siempre voy controlando la distancia que en cada sesión recorro, intentando cada diez o quince días incrementar la misma en un porcentaje del diez o quince por ciento aproximadamente. Al margen claro está del tiempo que me señale el programa.
La verdad es que, como decía en otros posts estoy contento y satisfecho con la evolución. No solamente cada día voy más cómodo, creo que mejorando la técnica de carrera, sino que últimamente siempre termino las salidas con esa sensación de haber podido seguir con cierta comodidad un poco más, lo cual de alguna manera incrementa mi autoestima y me da moral y ganas para continuar, con tranquilidad y cabeza, pero siempre de forma constante.
Poco a poco, con la benevolencia del clima y por el circuito en el que habitualmente hago las salidas, comienzo a cruzarme con mas corredores que a esas mismas horas, aprovechan para hacer su salida. Me resulta francamente curioso el pequeño rito que acontece cada vez que te cruzas con otro corredor. Primero solemos dirigirnos la mirada, frente a frente, a los ojos para a continuación recorremos con la mirada y ello casi de forma mimética desde la cabeza a los pies para, a continuación y justo en el momento en que nos cruzamos proceder a un fugaz saludo, bien con la mano, bien con un leve movimiento de la cabeza . En ese momento me parece que surge un destello de complicidad y solidaridad que, al menos por mi parte se agradece y me anima un poco mas a seguir con el esfuerzo. Es como un pequeño ritual. Como el saludo de las hermandades secretas o, perdonar la petulancia, como las antiguas ordenes de caballería. Quiero suponer que a todos los corredores populares que, salimos a correr simplemente por el hecho de que nos gusta correr, sin ninguna otra aspiración, nos une no ya solo una afición, que sí, sino que quizás nos una también un cierto modo de entender la vida. El basado en el esfuerzo individual, en la capacidad de sufrimiento y esfuerzo, en el de disfrutar en nuestra propia soledad y sobre todo de enfrentarnos con nosotros mismos.
No se si ello será así, pero al menos a mi me gusta pensarlo. En cualquier caso y tal como va la semana, creo que el pulso está retomado y sigo avanzando.


Lunes : 9,254 Km. 55 minutos
Miércoles: 9,254 Km. 53 minutos

sábado, 21 de febrero de 2009

TEMPORALMENTE VARADO

Estos últimos días han supuesto unos ciertos cambios en la rutina de nuestra vida familiar, fundamentalmente por la ausencia de MJ que se ha desplazado hasta Sevilla a un congreso sobre el Sindrome de Asperger (www. asperger.es). Por ésta razón desde el pasado miércoles me he quedado como responsable máximo de la casa y tenido que esforzarme para atender a Alejandra y tratar de suplir la ausencia de M.J. . Por otra parte, hoy sábado, también adquirimos el compromiso de atender al hijo de una amiga que también estaba ausente, por lo que tuvimos que modificar un poco los horarios y las actividades programadas para hoy. Así que aunque el despertador sonó a la hora habitual para que pudiera realizar mi salida larga programada para el sábado, la verdad es que no he salido a correr. Cierto es que teníamos el tiempo un poco mas ajustado para realizar las actividades programadas, lo que tampoco hubiera supuesto un inconveniente insalvable, pero también es cierto que la verdad, me invadió una sensación de cansancio físico bastante intensa y sobre todo una necesidad imperiosa de dormir un poco más. Así que, tras unos momentos de dura lucha interior , dilucidando entre quedarme en la cama o salir a correr, venció la primera opción, esto es decidí quedarme en la cama y tomarme la mañana con mayor tranquilidad. ¿Cual ha sido el problema?. Pues el problema ha sido que luego me he estado arrepintiendo y reprochándome el hecho de no haber salido, de haber pérdido el entrenamiento y mortificándome por haber dejado pasar la posibilidad de haber entrenado y consiguientemente de haber disfrutado en la salida.
Luego, a lo largo del día esa sensación ha ido cambiando poco a poco, tras disfrutar de la mañana en compañía de Alejandra y Pablo, de tomar un aperitivo después de la clase de hípica de Alejandra, de haber preparado todos juntos la comida, etc.
Hace tiempo, leí que si bien es cierto que es importante seguir los entrenamientos con rigurosidad, tampoco va pasarnos nada por el hecho de que en alguna ocasión, en alguna circunstancia puntual nos lo saltemos. Yo la verdad es que tenía intención de salir, pero también es cierto que me sentía físicamente muy cansado. Para colmo, mañana domingo celebraremos el cumpleaños de una amiga con una, espero, impresionante fabada. Pues como dice el refrán, "donde va el asa, va el caldero". Así que al final, he decidido no agobiarme, vagonear todo el fin de semana, aprovechar para descansar, recuperarme físicamente tratando de superar esta sensación de cansancio que tengo, recargar baterías y el lunes retomar disciplinadamente los entrenamientos.
Vamos, que me encuentro varado temporalmente, a la espera de que suba la marea, para volver a navegar.

Jueves: 8,790 Km 45 minutos

jueves, 19 de febrero de 2009

JUEVES

Pues sin darnos cuenta, la semana ya va más que mediada y en el horizonte se apunta el fin de semana, aún cuando todavía nos queda mañana viernes para terminar de rematarla. En lo que hace a las salidas, sigo cumpliendo el programa de entrenamiento previsto y en su consecuencia, he realizado una salida el lunes y otra el martes, descansando el miércoles y hoy nuevamente me tocará salir.
La sensaciones siguen siendo muy buenas. Poco a poco se van comenzando a notar los frutos de un entrenamiento bastante racional, con lo que los ritmos que de forma general voy imprimiendo creo que comienzan a ser bastante buenos, máxime teniendo en cuenta que todavía no hace seis meses que retomé nuevamente la sana costumbre de correr. Además, en estos días, estoy corriendo en lo que para mí considero unas condiciones óptimas, solamente frió y ninguna otra inclemencia meteorológica.
El anticiclón se ha instalado en la península y creo que durante los próximos días vamos a disfrutar de su presencia. Al menos, en lo que hace a mis entrenamientos ello resulta bueno.
En cuanto al resto, como diría una amigo mio ahí vamos. Estoy tratando de pasar lo mejor posible éste jueves, día que normalmente se me hace eterno.
Hace tiempo leí en una revista, que el día de la semana en el que peor rendíamos las personas era, sorprendentemente el Jueves.
La verdad es que se trataba de un estudio elaborado por algún gurú de la economía de mercado, hoy evidentemente muy desacreditados, con lo que su nivel de fiabilidad, me parece que no debería de ser muy tenido en cuenta.
Pero en todo caso, no dejó de sorprenderme esa afirmación. Siempre pensé que, o bien los lunes o bien los viernes, constituían los días de menor rendimiento y ello por su propia ubicación en el calendario semanal. El primero por cuanto que constituye el frontispicio de la actividad a desarrollar y al menos en mi caso supone el momento en el que he de organizar la agenda y tratar de estructurar las obligaciones y actividades de la semana y el otro por que normalmente también en mi caso, suelo llegar a él con las reservas bastante fustigadas, vamos casi en la reserva del depósito.
Pues no, esas sensaciones no son exactas según estos pretendidos expertos. El día con menor rendimiento es el jueves. Y ¿Por que?. Pues según parece, el viernes como último día de trabajo, nos afanamos en dejar despachadas y resueltas las mayoría de las actividades , muchas de ellas previstas y no resueltas durante el resto de la semana, por la causa o razón que fuere, con lo que sube nuestro estrés y en la misma línea al parecer nuestro rendimiento. Vamos ,que cumplimos con el refrán "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Sin embargo el Jueves, parece ser que comenzamos a sentir el cansancio acumulado, pero como todavía aún nos queda un ultimo día de trabajo, nuestro cerebro de forma indefectible, suaviza el ritmo de actividad y en su consecuencia se reduce el nivel de nuestra productividad. Aún tenemos margen y entonces hacemos lo contrario del refrán, es decir no hacemos hoy lo que podemos dejar para mañana.
En fin, todo esto parece un poco complicado. Al final cada cual tiene y se marca su propio ritmo de trabajo, y al final, a veces no se sabe como, siempre solemos alcanzar los objetivos pretendidos.
Por ello, mirando la mi mesa despacho y la agenda, creo que hay algunas cosas que terminaré mañana.



Lunes : 8,790 Km 45 minutos
Martes: 7,450 Km 30 minutos

viernes, 13 de febrero de 2009

CAMINOS PARALELOS

El fin de semana, con buen tiempo, sin lluvia y con sol aún cuando con un poco de frío me ha permitido disfrutar de la salida larga que tenía programada para la mañana del sábado. Una semana más, he podido desarrollar el programa de entrenamiento previsto y ello de una forma absolutamente escrupulosa, siendo la guinda del pastel la salida de hoy por la mañana.
Los sábados toca una salida larga y siguiendo mi costumbre la he realizado a primera hora de la mañana. Al principio, la hice rodeado de una espesa y fría niebla que, poco a poco ha ido dejando paso a una espléndida y luminosa mañana por la que he ido avanzando con mucha tranquilidad pues hoy tocaban setenta minutos de carrera continua. He disfrutado de la mañana, pues hacía mucho tiempo que no teníamos un fin de semana sin lluvia, sin nubes, sin nieve. El frío inicial me ha ido despejando de forma rápida, circunstancia que necesitaba de verdad pues hoy me ha costado levantarme. No he pasado una buena noche. El sueño no ha sido continuo y eso lo he pagado en el momento de incorporarme.
Como decía, poco a poco el frío ha ido despejándome y he desarrollado el entrenamiento con muy buenas sensaciones, terminando cansado, pero eso si, con el convencimiento de haber podido seguir corriendo, estirando mas el entrenamiento. En cualquier caso, poco a poco voy incrementando tanto mi capacidad de resistencia como de sufrimiento, por lo que creo que, como dirían los maestros, voy progresando adecuadamente. Además hoy, al pesarme he tenido la agradable sorpresa de haber bajado de peso pues la báscula hoy ha señalado 81 kilos con trescientos gramos, con lo cual creo que también el ajuste de peso también va por buen camino.
Cuando he llegado a casa, M.J. ya había marchado a su entrenamiento. La verdad es que cada uno de nosotros desarrolla sus pasiones deportivas de forma absolutamente diferenciada e independiente M.J. la hípica, en concreto la doma clásica y yo el correr aún cuando, como no podía ser de otra forma tenemos en común infinidad de actividades y aficiones que compartimos y disfrutamos en familia.
Estas esferas de independencia que nos hemos marcado, no sólo se limitan a las actividades deportivas, sino que las hemos venido respetando en otros aspectos de nuestra vida. Creo que estos pequeños desahogos, esas pequeñas esferas de independencia son muy convenientes en la vida en pareja y de alguna manera, al menos en nuestro caso ha permitido y permite que cada uno de nosotros mantenga ese espacio íntimo e intransferible que en cualquier supuesto determina la reafirmación del nuestra individualidad y que, aún cuando pueda parecer un contrasentido, ha actuado como la argamasa que ha unido los muros de ese edificio que constituye nuestra vida en común durante estos últimos veinte años.
Yo creo que en la vida en pareja resulta absolutamente imprescindible el mantener por un lado, esos espacios de desarrollo personal e íntimo, y por otro, una justa dosis de misterio. Es decir, mantener aspectos personales que nos puedan ayudar sorprender a nuestra pareja y que permitan mantener el interés hacía nosotros a lo largo del tiempo.
Siempre he pensado que ninguna pareja es ejemplo para otra pareja, cada una debe de seguir su propio camino, pero creo que lo que puedo afirmar es que el éxito de nuestra relación radica en que nuestras vidas, nuestras actividades, desde que decidimos transitar juntos, han sido como dos líneas. Dos líneas que, en ningún momento se han superpuesto la una a la otra. Dos líneas que tampoco convergen hacia un único punto sino que son dos líneas paralelas hasta el infinito, con el mismo destino, el que sea y que en ningún momento se anulan mutuamente. La clave ha sido el respeto de nuestras individualidades, sin intromisiones sin el establecimiento de dependencias y evitando solapar las iniciativas individuales. Desde esa perspectiva, creo que siempre podremos mantener el trazo continuo y firme de esas dos lineas. Líneas que confío en que siempre sean paralelas.
Martes 8,600 km. 42 minutos.
Jueves 8,600 km 40 minutos.
Sábado 11,360 km 65 minutos.

PD.- La idea del post, surgió el viernes y lo finalice el domingo.

martes, 10 de febrero de 2009

VIENTO


Cuan generosa es en muchas ocasiones la naturaleza, con el regalo de la brisa que refresca las tardes de verano, o con ese viento constante que permite navegar o disfrutar haciendo volar una cometa.... pero que duro es correr cuando lo haces enfrentándote a violentas o intensas ráfagas de aire. Cuando por momentos, ese aire te empuja por la espalda, haciendo que de alguna manera tu carrera sea mas rápida, teniendo la misma sensación que si fueras uno de esos veleros de la "Volvo Ocean Race".
En otros instantes, el viento juega contigo, te toma el pelo. Aparece y desaparece. Se para o resurge retador. Y finalmente, cuando quiere llevarte la contraria, se enfrenta a ti de forma despiadada, impidiéndote seguir tu ritmo y obligándote a redoblar esfuerzos en esos momentos en los que tus fuerzas ya están muy justas.
Esa fue mi experiencia de ayer. Efectivamente los hombres del tiempo acertaron plenamente cuando auguraron que en la tarde noche de ayer los vientos que precederían a una nueva borrasca llegarían a esta zona cantábrica con notable intensidad.
Y en medio de esa arribada, ahí estaba yo intentando realizar mi entreno. Entrenamiento que se convirtió en una dura lucha contra Eolo, que ayer si que tenía ganas de jugar. Vamos, que venía el tipo con el espíritu travieso. Me lo encontré en las esquinas tras las cuales se había escondido como niño juguetón, para aparecer sorpresivamente en forma de ráfaga intensa justo en el momento en que yo las doblaba. Otras veces, me empujaba por la espalda o venía de frente en la larga Avenida de Atenas, zona de cuesta, frenando de forma prácticamente absoluta mi marcha.
En definitiva, él se lo paso muy bien. Yo no tanto.
Siempre he leído la influencia que en las pruebas atléticas tiene la presencia o no del viento, pero ayer lo comprobé en mis propias carnes. Como te obliga a una pelea, digamos que añadida al natural esfuerzo de la carrera. Y la única conclusión a la que he llegado es que terminas francamente agotado. Creo que fue como si hubiera recorrido tres o cuatro kilómetros más de los que realmente cubrí. Y terminé cansado.
Pero terminé. Si, en algo más de tiempo que lo que estaba previsto inicialmente. Pero hice el recorrido y cumplí con el entreno. De alguna manera me sentía vencedor al final. Pero eso no era mas que una personal impresión, un simple espejismo. Porque el viento, hizo lo que él quiso. Tan es así, que justo en el momento en que llegue al final, el viento me hizo su última broma: desapareció.

Lunes: 8,640 42 minutos

lunes, 9 de febrero de 2009

POSDATA


Este post es una addenda al anterior. La foto no es mía, pero más o menos el sábado pasado el día estaba así.

domingo, 8 de febrero de 2009

FRIO

Cuando estoy escribiendo estas lineas, no deja de sorprenderme la suerte que en la semana pasada he tenido para poder realizar los entrenamientos previstos. Tocaba salida el lunes, martes, jueves y sábado.
Pues bien, a pesar del intenso temporal que estos días pasados nos ha azotado, con cotas de nieve en ésta zona de solo doscientos metros, a pesar de la nieve, de la lluvia y del frío, en ninguna de las salidas programadas me he visto obligado a sufrir las inclemencias meteorológicas, al margen del intenso frío, pudiendo cumplir con comodidad el plan previsto.
Pero la salida en la que mejor me he sentido esta pasada semana fue la realizada ayer sábado por la mañana. A las nueve y coincidiendo con un par de horas en las que el cielo se abrió cesando la lluvia, aproveche para efectuar la salida. Poca gente por las calles, un sol tímido pero agradable me acompañaba, permitiendome ver como la nieve caída durante la noche había cubierto las montañas que rodean mi ciudad. Una brisa fria procedente del norte hacía que la temperatura fuera bastante baja, tres o cuatro grados centígrados, grado arriba, grado abajo.
Ciertamente sentía frío al iniciar el entrenamiento, pero al cabo de unos minutos, habiendo ya entrado en calor la sensación se hizo sumamente placentera. Comencé a notar como el sudor, poco a poco afloraba por los poros sirviendo como claro detonante del rendimiento eficaz del entrenamiento. Sentía como la ropa servía de eficiente aislante del exterior. Los sentidos fueron despertando del aletargamiento de la noche, la nariz estaba fría pero despejada permitiendo aspirar el aire intensa y profundamente y así mantener un ritmo de entreno bastante alegre y sobre todo sentía la sensación de estar disfrutando en total plenitud sensorial de esos tímidos rayos de sol y de esas primeras horas de la mañana.
El suelo mojado y algún que otro charco eran los únicos obstáculos que sortear y que de alguna manera me hacían tener una cierta prevención a fin de evitar un resbalón o pequeño tropiezo. Callejear corriendo en esas primeras horas por mi ciudad, descubriendo alguna que otra zona por los alrededores, marcando y reconociendo nuevas rutas para entrenamientos posteriores, resultó ser una de las mejores sensaciones que he tenido desde que volvía a correr, y todo ello hizo que el tiempo de entreno que tenía establecido para este sábado, sesenta minutos de carrera, pasaran de forma rápida.
La verdad es que me gusta correr con frío. Creo que mi cuerpo reacciona mejor a las bajas temperaturas. He notado que de una forma rápida se adapta a ellas y he comprobado como mi rendimiento es mucho más alto que cuando hace calor. No tengo esa sensación agónica que, hasta el momento y en días de calor he sentido al correr. Con frío, además, creo que mi mente se despeja de forma rápida. Es una sensación similar a la de introducir en la boca un caramelo de menta extrafuerte.
Después del entrenamiento y los estiramientos, vino la mejor de las recompensas, la ducha caliente y el desayuno reparador. Luego vino el disfrutar de la mañana, preparar la comida, dormir la siesta, ver una película y luego disfrutar de una cena con mi hermano y nuestras familias y hoy domingo simplemente hacer el vago, descansar. Mañana empieza una nueva semana bastante intensa en lo que al trabajo se refiere y en la que espero poder cumplimentar todos los planes previstos. Los hombres del tiempo siguen dando frío y viento, espero que, como en esta semana no supongan obstáculo alguno para cumplir con mis objetivos.

Lunes 8,400 Km. 43 minutos
Martes 8,650 Km. 42 minutos
Jueves 8,650 Km. 42 minutos
Sábado 10,200 Km 59 minutos

lunes, 2 de febrero de 2009

TARDE DE DOMINGO

La tarde de éste primer domingo de febrero va avanzando. Dentro de casa, el ambiente es tranquilo y acogedor. M.J. está dormitando la siesta tumbada en el sofá, encogida, abrigada con la manta. Hoy tras venir de montar no se encontraba muy bien. Creo que está incubando un catarro o una gripe. En cualquier caso esta durmiendo, recuperándose de la cena de ayer y de los esfuerzos de la mañana. Alejandra está en su habitación, estudiando Historia y haciendo sus deberes.
Fuera la fría, desapacible y grisácea tarde va llegando a su final. Se está a gusto en casa, escribiendo, leyendo o simplemente dejando que la tarde del domingo avance tranquilamente hasta el anochecer.
De siempre, las tardes de los domingos me han resultado tristes. Cuando era más joven estas tardes significaban una tregua reparadora entre el fin de semana normalmente trasnochador e intenso y el retorno a las clases o trabajo los lunes. En una ciudad relativamente pequeña y provinciana como la mía, las tardes dominicales suelen representar una especie de parálisis en la actividad ordinaria. Poca gente suele transitar por sus calles. Algunas pandillas de adolescentes y sobre todo ese conjunto de matrimonios maduros que aprovechan para dar un paseo vespertino. Paseos descontectados, ella mirando escaparates y él con un pequeño transitor en la mano, escuchando el soniquete del carrusel futbolístico de los domingos.
Recuerdo que en esas tardes, siempre nos quedaba el recurso del cine. De aquellas sesiones a primera hora de la tarde en aquellos cines de antes que siempre estaban en el centro de la ciudad, no como ahora que cuando quieres ir, tienes necesariamente que acudir a esos centros comerciales y de ocio que se encuentran en el extrarradio.
Luego, algún viejo café o alguna moderna cafetería podían convertirse en el refugio en el que de alguna manera, solo o en compañía de otros, podías encontrar abrigo en ese desolado paisaje de la tarde dominical.
Por eso, desde hace muchos años tras disfrutar de las mañanas de domingo, normalmente activas y agradables, después de la comida en familia he preferido quedarme siempre que puedo en casa, pues esas tardes tranquilas y ociosas, siempre han actuado como una especie de cargador energético y la permanencia en casa, ha servido como aislante de esa atmósfera triste y en alguna medida decadente de las tardes de domingo. Esos momentos me generan la sensación de estar en una pequeña cámara de descompresión. El silencio de la casa apenas se ve roto de forma leve, por el murmullo de la televisión. Estirado en el sofá y también tapado con la manta, escribo en mi cuaderno. Hago descansar a mi cuerpo envuelto en una agradable tibieza.
Es una sensación placentera, agradable y relajante. Me encuentro a gusto. Me encuentro bien.
Disfruto de ésta tarde de descanso. El viernes pasado y ayer sábado cumplí con los entrenamientos programados. He dado por finalizado esta primera etapa de reencuentro con la forma perdida y cuyo objetivo era el mero rodaje, para iniciar a partir del lunes unos entrenamientos un poco mas intentos, tanto en tiempo como en la carga de kilómetros.
El sábado resultó muy gratificante. Me impuse un pequeño test para controlar mi estado de forma, tratando de poner mi cuerpo a prueba y observar sus respuestas, aplicando una dosis de mayor intensidad en la carrera.
Creo que ha sido una prueba exitosa. Hice los siete kilómetros del circuito en treinta minutos. Creo que fue un buen colofón para esta primera fase. Pero lo mejor de ese día fueron las sensaciones. Nada de flato. Ninguna sensación agonística en la carrera. Antes al contrario, en todo momento tuve una sensación de plenitud y de control tanto sobre mis sensaciones como sobre mi propio ritmo, terminando el recorrido sin excesiva sensación de cansancio.
Fue un buen test que me ha motivado mucho ante el inicio de la siguiente etapa. En ésta quiero añadir un objetivo complementario, un pequeño nuevo reto. Bajar un poco de peso. Actualmente estoy en los 82 kilos, peso que para mi altura, mido 1,85, creo que no está mal. Pero no estaría de más bajar unos tres o cuatro kilos de aquí a junio para estar en un peso creo que más ajustado y equilibrado de cara a los objetivos que me he marcado para éste año.
Acaba de entrar M.J. en la habitación. Acaba de despertarse de una larga siesta. Me mira y no parece estar de muy buen humor. La verdad es que no tiene muy buen despertar cuando se ha dormido por la tarde. Como nos conocemos muy bien, prefiero dejar transcurrir unos minutos. hasta que recupere su nivel de conciencia habitual. Mientras la tarde de domingo sigue avanzando.



Viernes 7,000 Km. 36 minutos
Sábado 7,000 Km. 30 minutos

RESUMEN ENERO 2009

DIAS ENTRENADOS : 9
km. RECORRIDOS : 63