martes, 27 de julio de 2010

VACACIONES



Por fin decido actualizar el blog. Y lo hago desde un hermoso rincón del sur de la isla de Tenerife que, desde hace ya unos años, salvo alguna excepción puntual, viene constituyendo nuestro punto de estancia al menos durante quince días.

La razón no es otra que la terapia con delfines que viene recibiendo mi hija Alejandra en el parque acuático "Aqualand" de Costa Adeje, en el cual desde hace muchos años, José Luis y su estupendo equipo, viene desarrollando estos programas de forma absolutamente altruista y sacrificando su tiempo de ocio en favor de las personas que, como mi hija, son objeto de estas actividades que tanto la benefician. Es indescriptible el poder obsrervar como esos hermosos animales que son los delfines, poderosos en su musculatura, ágiles en su nadar, responden con una ternura y delicadeza absolutamente sorprendente ante personas con dificultades, bien físicas, bien intelectuales, y como estas se ven reconfortadas en su autoestima con la posibilidad de poder "dominar" a esos hermosos animals. Verlos jugar, nadar con ellos, agarrarse a su aletas, acariciarlos, ser empujados por ellos, interactuar con los mismos, es algo que no puede transmitirse con palabras. Hay que verlo y como padres disfrutarlo. Muchas personas sueñan con ésta experiencia. Muchas personas estan en la lista de espera, y nosostros solo podemos dar las gracias por ser unos afortunados que desde hace ya cuatro años ininterrumpidos tenemos la suerte de que nuestra hija disfrute con esa experiencia durante quince días seguidos.

La verdad es que desde el pasado día veintitrés de julio, nos encontramos en la isla en la que permanceremos hasta el próximo día seis de agosto y en el momento de escribir estas lineas, no puedo tener una imagen más idílica ante mis ojos. Observo una hermosa puesta de sol, distinguiendo a mi frente al fondo, entre sus clásicas neblinas la isla de la Gomera, de la que nos separa una franja de mar que en éste momento irradia brillos plateados reflejando los rayos de un sol naranja que, poco a poco va discurriendo hacia su ocaso en el horizonte. A mi espalda la abrupta cordillera que de forma absolutamente colosal asciende hacia ese Teide gigante, tal cual lo retrata la popular Isa canaria, del cual, en este momento rodeado de brumas y a punto de ser envuelto por las mismas atisbo a contemplar su cono cimero.

Los últimos días antes de iniciar este período vacacional fueron bastante ajetreados. La necesidad de dejar cerrados algunos temas y también la necesidad de prever algunas incidencias en estos últimos días laborables del mes de julio, hicieron que, unido a un cierto cansancio mental aparcara los entrenamientos.

Pero desde que estoy en la isla los he retomado, adquiriendo la sana costumbre de salir a primera hora de la mañana a correr por el largo paseo marítimo que bordea toda la costa de esta zona.

El circuito por el que corro, viene a extenderse unos siete kilómetros, el cual procuraré a ritmo tranquilo correr todos los días que dure esta estancia. Es bastante completo, pues la irregular orografía de la zona, hace que alternemos con largas rectas llanas con pequeñas subidas, cortas pero alguna bastante intensa que hacen, al menos a mi criterio el circuito sea bastante completo.

Esos entrenos, a primera hora de la mañana, resultan muy gratificantes y la verdad es que es una autentica gozada compartir el paseo con una cantidad importante de corredores que también han descubierto las bondades del lugar. Mucho turista y supongo que bastantes corredores locales nos adueñamos de ese paseo a la orilla del mar en esas primeras horas en las que, todavía las playas están vacías y los establecimientos poco a poco van cobrando la actividad ordinaria de un lugar de vacaciones.

Mi ritmo es tranquilo, disfrutando de las sensaciones, para mi novedosas de la carrera por éste espacio. Normalmente vengo a invertir unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos, luego los estiramientos y la mejor recompensa, el baño en la piscina o en la playa.

Después desayuno en familia, piscina, cervecita, comida, terapia a primera hora de la tarde, otra vez playa o piscina, acompañando todo ello con la compañía de algunos de los libros cuya lectura se me ha ido acumulando a lo largo del invierno.

Ese es el plan que, al menos durante estos próximos quince días, tengo previsto desarrollar. Descanso físico, descanso mental y disfrutar de esta estupenta tierra, de su gente y por supuesto de este estupendo clima.

Las brumas se han ido despejando y poco a poco, la cordillera se tiñe de ese hermoso color naranja con el que el sol la impregna minutos antes de desaparecer. Me siento bien. Estoy de vacaciones.

1 comentario:

Nombre dijo...

¡Qué buen plan de entrenamiento te has organizado, amigo Betren!

Disfruta de las vacaciones con la familia y a llenar el depósito de para el largo y frío invierno.