domingo, 8 de febrero de 2009

FRIO

Cuando estoy escribiendo estas lineas, no deja de sorprenderme la suerte que en la semana pasada he tenido para poder realizar los entrenamientos previstos. Tocaba salida el lunes, martes, jueves y sábado.
Pues bien, a pesar del intenso temporal que estos días pasados nos ha azotado, con cotas de nieve en ésta zona de solo doscientos metros, a pesar de la nieve, de la lluvia y del frío, en ninguna de las salidas programadas me he visto obligado a sufrir las inclemencias meteorológicas, al margen del intenso frío, pudiendo cumplir con comodidad el plan previsto.
Pero la salida en la que mejor me he sentido esta pasada semana fue la realizada ayer sábado por la mañana. A las nueve y coincidiendo con un par de horas en las que el cielo se abrió cesando la lluvia, aproveche para efectuar la salida. Poca gente por las calles, un sol tímido pero agradable me acompañaba, permitiendome ver como la nieve caída durante la noche había cubierto las montañas que rodean mi ciudad. Una brisa fria procedente del norte hacía que la temperatura fuera bastante baja, tres o cuatro grados centígrados, grado arriba, grado abajo.
Ciertamente sentía frío al iniciar el entrenamiento, pero al cabo de unos minutos, habiendo ya entrado en calor la sensación se hizo sumamente placentera. Comencé a notar como el sudor, poco a poco afloraba por los poros sirviendo como claro detonante del rendimiento eficaz del entrenamiento. Sentía como la ropa servía de eficiente aislante del exterior. Los sentidos fueron despertando del aletargamiento de la noche, la nariz estaba fría pero despejada permitiendo aspirar el aire intensa y profundamente y así mantener un ritmo de entreno bastante alegre y sobre todo sentía la sensación de estar disfrutando en total plenitud sensorial de esos tímidos rayos de sol y de esas primeras horas de la mañana.
El suelo mojado y algún que otro charco eran los únicos obstáculos que sortear y que de alguna manera me hacían tener una cierta prevención a fin de evitar un resbalón o pequeño tropiezo. Callejear corriendo en esas primeras horas por mi ciudad, descubriendo alguna que otra zona por los alrededores, marcando y reconociendo nuevas rutas para entrenamientos posteriores, resultó ser una de las mejores sensaciones que he tenido desde que volvía a correr, y todo ello hizo que el tiempo de entreno que tenía establecido para este sábado, sesenta minutos de carrera, pasaran de forma rápida.
La verdad es que me gusta correr con frío. Creo que mi cuerpo reacciona mejor a las bajas temperaturas. He notado que de una forma rápida se adapta a ellas y he comprobado como mi rendimiento es mucho más alto que cuando hace calor. No tengo esa sensación agónica que, hasta el momento y en días de calor he sentido al correr. Con frío, además, creo que mi mente se despeja de forma rápida. Es una sensación similar a la de introducir en la boca un caramelo de menta extrafuerte.
Después del entrenamiento y los estiramientos, vino la mejor de las recompensas, la ducha caliente y el desayuno reparador. Luego vino el disfrutar de la mañana, preparar la comida, dormir la siesta, ver una película y luego disfrutar de una cena con mi hermano y nuestras familias y hoy domingo simplemente hacer el vago, descansar. Mañana empieza una nueva semana bastante intensa en lo que al trabajo se refiere y en la que espero poder cumplimentar todos los planes previstos. Los hombres del tiempo siguen dando frío y viento, espero que, como en esta semana no supongan obstáculo alguno para cumplir con mis objetivos.

Lunes 8,400 Km. 43 minutos
Martes 8,650 Km. 42 minutos
Jueves 8,650 Km. 42 minutos
Sábado 10,200 Km 59 minutos

2 comentarios:

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

A mí también me encanta el frío cuando nos reunimos en una chimenea y encendemos el fuego para asar unas morcillas.

Oye, que foto más impresionante. Da miedo correr por ahí, pero a mí también me encanta.

Saludos.

betren dijo...

Toribio: Gracias por el comentario. La foto no es mia y sí, estoy de acuerdo en que es impresionante.