lunes, 2 de febrero de 2009

TARDE DE DOMINGO

La tarde de éste primer domingo de febrero va avanzando. Dentro de casa, el ambiente es tranquilo y acogedor. M.J. está dormitando la siesta tumbada en el sofá, encogida, abrigada con la manta. Hoy tras venir de montar no se encontraba muy bien. Creo que está incubando un catarro o una gripe. En cualquier caso esta durmiendo, recuperándose de la cena de ayer y de los esfuerzos de la mañana. Alejandra está en su habitación, estudiando Historia y haciendo sus deberes.
Fuera la fría, desapacible y grisácea tarde va llegando a su final. Se está a gusto en casa, escribiendo, leyendo o simplemente dejando que la tarde del domingo avance tranquilamente hasta el anochecer.
De siempre, las tardes de los domingos me han resultado tristes. Cuando era más joven estas tardes significaban una tregua reparadora entre el fin de semana normalmente trasnochador e intenso y el retorno a las clases o trabajo los lunes. En una ciudad relativamente pequeña y provinciana como la mía, las tardes dominicales suelen representar una especie de parálisis en la actividad ordinaria. Poca gente suele transitar por sus calles. Algunas pandillas de adolescentes y sobre todo ese conjunto de matrimonios maduros que aprovechan para dar un paseo vespertino. Paseos descontectados, ella mirando escaparates y él con un pequeño transitor en la mano, escuchando el soniquete del carrusel futbolístico de los domingos.
Recuerdo que en esas tardes, siempre nos quedaba el recurso del cine. De aquellas sesiones a primera hora de la tarde en aquellos cines de antes que siempre estaban en el centro de la ciudad, no como ahora que cuando quieres ir, tienes necesariamente que acudir a esos centros comerciales y de ocio que se encuentran en el extrarradio.
Luego, algún viejo café o alguna moderna cafetería podían convertirse en el refugio en el que de alguna manera, solo o en compañía de otros, podías encontrar abrigo en ese desolado paisaje de la tarde dominical.
Por eso, desde hace muchos años tras disfrutar de las mañanas de domingo, normalmente activas y agradables, después de la comida en familia he preferido quedarme siempre que puedo en casa, pues esas tardes tranquilas y ociosas, siempre han actuado como una especie de cargador energético y la permanencia en casa, ha servido como aislante de esa atmósfera triste y en alguna medida decadente de las tardes de domingo. Esos momentos me generan la sensación de estar en una pequeña cámara de descompresión. El silencio de la casa apenas se ve roto de forma leve, por el murmullo de la televisión. Estirado en el sofá y también tapado con la manta, escribo en mi cuaderno. Hago descansar a mi cuerpo envuelto en una agradable tibieza.
Es una sensación placentera, agradable y relajante. Me encuentro a gusto. Me encuentro bien.
Disfruto de ésta tarde de descanso. El viernes pasado y ayer sábado cumplí con los entrenamientos programados. He dado por finalizado esta primera etapa de reencuentro con la forma perdida y cuyo objetivo era el mero rodaje, para iniciar a partir del lunes unos entrenamientos un poco mas intentos, tanto en tiempo como en la carga de kilómetros.
El sábado resultó muy gratificante. Me impuse un pequeño test para controlar mi estado de forma, tratando de poner mi cuerpo a prueba y observar sus respuestas, aplicando una dosis de mayor intensidad en la carrera.
Creo que ha sido una prueba exitosa. Hice los siete kilómetros del circuito en treinta minutos. Creo que fue un buen colofón para esta primera fase. Pero lo mejor de ese día fueron las sensaciones. Nada de flato. Ninguna sensación agonística en la carrera. Antes al contrario, en todo momento tuve una sensación de plenitud y de control tanto sobre mis sensaciones como sobre mi propio ritmo, terminando el recorrido sin excesiva sensación de cansancio.
Fue un buen test que me ha motivado mucho ante el inicio de la siguiente etapa. En ésta quiero añadir un objetivo complementario, un pequeño nuevo reto. Bajar un poco de peso. Actualmente estoy en los 82 kilos, peso que para mi altura, mido 1,85, creo que no está mal. Pero no estaría de más bajar unos tres o cuatro kilos de aquí a junio para estar en un peso creo que más ajustado y equilibrado de cara a los objetivos que me he marcado para éste año.
Acaba de entrar M.J. en la habitación. Acaba de despertarse de una larga siesta. Me mira y no parece estar de muy buen humor. La verdad es que no tiene muy buen despertar cuando se ha dormido por la tarde. Como nos conocemos muy bien, prefiero dejar transcurrir unos minutos. hasta que recupere su nivel de conciencia habitual. Mientras la tarde de domingo sigue avanzando.



Viernes 7,000 Km. 36 minutos
Sábado 7,000 Km. 30 minutos

RESUMEN ENERO 2009

DIAS ENTRENADOS : 9
km. RECORRIDOS : 63

1 comentario:

ELMOREA dijo...

Yo tengo sensaciones similares las tardes de domingo, aunque ultimamente no son precisamente de descanso.
Me parece que 7 km a 4´17" el km es un ritmo para hacer muy buenas marcas en 10.000, la verdad. Hace ya mucho que no corro yo ni de lejos a esas velocidades.