miércoles, 15 de septiembre de 2010

MIEDOS

Septiembre avanza. Los días pasando poco a poco, nos van introduciendo en nuestra rutina. A veces con sorpresas, a veces no. La mayoría de estos días nos devuelven a nuestra pelea vital. A la lucha. A la supervivencia. Con esperanza o sin ella.
A veces, este comienzo de etapa nos sumerge en un agujero hondo, sin fin. Otras nos ayuda a ver refulgir la luz en la salida de ese mismo agujero. Pero, en la mayoría de las ocasiones, nos envolvemos en el gris ordinario que, con sus distintas tonalidades, es el color predominante en este mundo en el que vivimos. Hay momentos en los que estoy preocupado. Tengo miedo. Y el motivo es Alejandra.
Acabado su período de formación "regular", la única alternativa que nos ofrece el sistema educativo es un Centro de Educación Especial. Centro en el que conviven muchos niños con múltiples patologías. Unas más evidentes y otras no. Y no se como va a reaccionar.
Estos primeros días de curso la veo un poco más aislada, como si no quisiera enfrentarse a esta nueva situación tan diferente a la vivida por ella hasta ahora. Alejandra no tiene afectada ninguna de us capacidades cognitivas. No padece ninguna discapacidad intelectual. Es mas su coeficiente intelectual, valorado por profesionales está muy por encima de la media de la "normalidad" lo cual le hace ser muy consciente de ella misma, de sus circunstancias personales y de cuanto le rodea.
Su discapacidad, es fundamentalmente social, de falta de habilidad para las relaciones. De falta de empatía. Y es esa conjunción de elementos la que que en ocasiones y esta es una de ellas, me hace tener miedo, tanto del presente como del futuro. Miedo del desconocimiento que de la forma de ser, de las capacidades que posee puedan tener los nuevos profesores y profesionales del Centro. Miedo a la ignorancia y al "sota, caballo y rey" que a veces nos encontramos en bastantes más que los deseados "profesionales de la educación".
No ha comenzado bien la andadura. Hasta ahora y pese a solicitar que hicieran el esfuerzo han incumplido las recomendaciones más elementales para que un Asperger puede enfrentarse a una situación de cambio como la que ahora vive Alejandra y claro está, ello ya ha supuesto un primer roce con el centro.
Tengo miedo de que el Centro se convierta en un mero aparcamiento para ella y en vez de seguir avanzando, tal y como lo hemos hecho hasta ahora, con mucho esfuerzo, nos estabilicemos o lo que sería más grave, retrocedamos.
Son múltiples las diferencias del entorno. Buscar unos compañeros "adecuados" es fundamental. Y me da miedo el impacto que pueda afectar a Alejandra, máxime cuando en los últimos meses y con el nuevo tratamiento neurológico ha venido avanzando en la rapidez de procesamiento y flexibilidad de pensamiento.
Estos días está tensa. Como esa cuerda de guitarra cuando procedemos a afinarla, apretando las clavijas. Y esa tensión me preocupa, nos preocupa. Se enfada con frecuencia. Contesta con acritud. Solo se relaja y vuelve a ser la misma cuando esta sola en casa o en terreno conocido. Tengo que seguir observando. Quiero dar un tiempo de adaptación y evaluar resultados. Pero mientras tanto incertidumbre me genera desazón y preocupación. Quiero verla avanzar. Poco a poco, pero avanzar en definitiva y estos momentos de impasse pueden ser demoledores.
La frustración está ya olvidada hace muchos años. Los restos de la porcelana rota ya los recompusimos hace tiempo. Pero ahora, a veces, cuando me encuentro con alguno de los antiguos compañeros del primer colegio mi hija, a los que tanto se parecía, estudiando su carreras universitarias, viajando, creciendo como personas maduras y me preguntan por ella, siempre me surge una profunda sensación de tristeza, y de soñar en lo que pudo haber sido y no fue. En lo que se pueda estar perdiendo mi hija de vivir, y por que no decirlo también, a veces surge en mi una sensación de envidia y ello, también me da miedo.
Y a veces, la única forma de superar estos miedos es corriendo en solitario.También por eso corro, para buscar un cierto equilibrio e higiene mental que me ayude a despejar las sombras de mi cabeza y así intentar olvidar y superar mis miedos.

2 comentarios:

Celina dijo...

Entiendo tu frustración. Las leyes educativas contemplan muchos derechos y recursos que luego no encontramos en los centros, y que obligan a los padres a buscar alternativas fuera, a tientas. Confío que tras las dificultades iniciales de adaptación Alejandra encuentre su sitio. Un beso grande

Nombre dijo...

Ojalá que tus miedos se queden sólo en eso, miedos. Por otra parte, son los de cualquier padre o madre: que nuestros hijos "encajen", sólo que en tu caso son aún más justificados. Lucha por vencerlos (y pégate con quien sea) y, sobre todo, mucho ánimo.