
Si el último fin de semana descubrí mis
paraísos cercanos, hoy día de descanso en mi entrenamiento, al salir de casa he notado la bajada de temperaturas, y he vuelto a sentir otra vez, la llamada que se repite
cíclicamente cuando se acerca el invierno, al sentir el aire
frío en la cara de mi otro
paraíso, esta vez lejano, en un valle pirenaico, en el que también me encuentro completamente alejado de las preocupaciones diarias y de las bajezas morales de esta sociedad en la que nos desenvolvemos a diario.
Ha sido el recuerdo, el sentimiento de añoranza, el que me ha trasladado una vez mas a ese lugar hermoso, en el que, al igual que cuando corro, me aislo, me encuentro conmigo mismo, y recupero la perspectiva necesaria que me permite ver el camino que me marca la vida.
Mañana, otras vez saldré a correr, a disfrutar de mi paraíso cercano, mientras añoro el lejano.
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