viernes, 19 de septiembre de 2008

Hoy he realizado mi segunda salida. La verdad es que por un momento, pense que no podía salir. Quízás haya sido la circunstancia imprudente por mi parte, de levantarme de la cama de forma apresurada, lo que me ha hecho comenzar a sudar en frio. Espero que solo fuera eso y no el miedo a salir a correr.
Unas palabras de "ánimo" de M.J. han servido de acicate rápido para, en un abrir y cerrar de ojos, me vistiese y me calzase las zapatillas decidido a efectuar mi salida.
Eran las siete y cuarto de la mañana, y ya me encontraba en el portal de casa, iniciando mi recorrido. Es cierto que todavía no tengo clara la distancia del circuito por el realizo estos primeros entrenamientos. Creo que supera de forma aproximada los cinco kilometros y medi, con posibilidades de incrementarlo un kilometro mas en la zona del Parque de Invierno. Según el programa que sigo, hoy me correspondían un máximo de veinte minutos de ejercicio, alternando series de dos minutos corriendo y otros dos minutos caminando rápido.
En principio, esa era mi intención, pero una vez corriendo, he decidido para no liarme, que la alternancia en los ritmos, la acompasaría a la duración de las canciones que fueran sonando en mi MP3. (Ya me he añadido una nueva obligación, mantener cargada la bateria del aparato e ir renovando el depósito musical del mismo).
Con esa decisión, he iniciado mi marcha a ritmo de trote y la verdad, es que me he ido sintiendo muy cómodo.
La verdad es que nuevamente la temperatura era muy agradable. No llovía y poca genta transitaba por las calles. Resultaba curiosos, en algún momento el contraste que ofrecía de vez en cuando, el cruzarme con gente joben que volvían a casa a esas horas o intentaban rematar una larga noche de juerga. (Estos días en mi ciudad se celebran las fiestas patronales y los conciertos se suceden durante toda la semana.)
Por otro lado, me cruzaba con gente que se dirigía a su trabajo, fundamentalmente funcionarios.
La verdad es que, este contraste, me ha hecho pensar. Ma ha gustado, durante muchos años, ser un ave nocturna. Creo que no ha habido fiesta a la que no hubiera acudido. Además, seguramente derivado de los años de estudio nocturno mientras estudiaba la carrera, solía ser el claro vencedor de aquellas maratones nocturnas, en busca de personales paraisos.
Pero la verdad es que, si bien ocasionalmente, y derivada de alguna obligación social, suelo repetir este tipo de vigilia, la verdad es que, en la mayoría de las ocasiones, esa actividad me resulta absolutamente inutil y aburrida.
El rito de la salida noctura, tal y como se manifiesta en estos tiempos, no deja de ser mas que una mera persecución de un único objetido en la mayoría de los casos: la pérdida de conciencia y la pérdida de control personal. Objetivo éste que se alcanza gracias a los más diversos instrumentos (alcohol, drogas, etc.).
No me considero un mojigato. A estas alturas de mi vida, creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme que lo he probado todo. Pero nunca, y creo que conozco a muchas personas de experiencia vital similar a la mia, ha sido el objetivo de esas excursiones nocturnas, la pérdida de la conciencia y del control.
Y con esto, no quiero decir que tal circunstancia nunca se hubiera producido. Al contrario, pero ello sucedía de forma espontánea y sin premeditación. No consistía en el objetivo. Surgía de un acontecimiento indeterminado, tras una noche de charla, tabaco y fundamentalmente, risas. Y nada más. llegaba la mañana y el mal cuerpo junto al dolor de cabeza era el único precio que tenía que pagar.
Por eso, me cuesta comprender como es posible que, el único objetivo semanal de mucha gente sea la llegada del viernes o del sábado para iniciar ese loco peregrinaje en busqueda de la perdida de la conciencia y del contro.
En definitiva, de perder la vida y el tiempor de forma absolutamente incosciente y sin sentido.
He alcanzado el Parque de Invierno. La neblina que surje del riachuelo que discurre por el fondo de la vaguada que ocupa este espacio, oculta el paisaje y los edificios que lo circundad. Sigo corriendo y me voy acercando al final de esta parte del recorrido. Me cruzo con otro corredor y nos saludamos con un solidario gesto.
Poco a poco, el cielo se va clareando y el sol triunfa nuevamente a la niebla. Llego al final de mi recorrido. Son las ocho de la mañana. Me encuentro cansado, pero con buenas sensaciones. He tardado un cuarto de hora menos que el primer día. Ya se que no puedo ofuscarme y que, debo de seguir con mi planificación, pero creo que este recorte en el tiempo invertido es una buena señal.
Estiro y subo a casa con un muy buen ánimo. Quien lo diría hace escasamente una hora. Mañana toca descansar. Creo que el engranaje está comenzando a funcionar

jueves, 18 de septiembre de 2008

Hecha la presentación de intenciones, he de manifestar que hoy he comentazo a correr. Bueno, lo que se dice correr toadavía no. Aún me falta bastante tiempo para recuperar la forma que tenía hace un par de años, momento en el cual podía correr mas de una hora, con cierta comodidad.
Para ser sinceros, he de reconocer que por donde hoy he comenzado, ha sido por realizar una rutina de marcha rápida, combinada con períodos de carrera lenta, de cinco minutos aproximadamente cada uno de ellos. Pero las sensaciones en su conjunto han sido buenas, agradables. La temperatura era perfecta esta mañana para hacer ejercicio.
Necesito volver a realizar esfuerzos físicos. Me he abandonado y eso, desgraciadamente se paga. No ya solo por el hecho físico de la opresión que te producen los pantalones en tu cintura, con lo incómodo y desagrable que ello resulta, sino más bien, porque esa concreta y limitada actividad física, supone un pequeño reto a superar cada día, y esa pequeña mortificación es el preludio de un estado de relajación posterior muy agradable.
He salido de casa a las siete y cuarto de la mañana, cuando mi ciudad comienza a despertar. Recorrer sus calles, alternando parques con avenidas ha sido muy placentero.
Aislado con mi mp3, al poco rato he comenzado a sudar. La boca se me ha secado, pero he seguido avanzando. A mi ritmo. Ha sido un momento de soledad completa. De aislamiento y esfuerzo. Ha sido un espacio de tiempor en el que no he pensado. Me he limitado a sentir, a estar alerta a las sensaciones de mi cuerpo a las que, poco a poco me he ido acostumbando nuevamente porque, ciertamente las tenía olvidadas.
He sufrido. Claro que he sufrido, pero me he esforzado, me he marcado un tiempo de carrera y al finalizarlo he sentido que lograba, al menos para mi fuero interno, un triunfo.
Me he ido cruzando con la gente que salía de sus casas. Me he cruzado también con otros que también corrían, que también sufrían y que también disfrutaban de esos momentos de aislamiento y soledad.
Poco a poco, esa sensación de sufrimiento, ha ido desapareciendo y ha sido sustituida por una sensación de cansancio que, poco a poco ha invadido tu cuerpo y tus sentidos.
Pero era un cansancio reparador, agradable que se ha ido incrementando a medida que me acercaba al final de mi recorrido. Y finalmente, lo he conseguido.
Por un lado me he sentido aliviado por llegar, más o menos cómodo al final. Por otro, he sentido desasosiego. desasosiego producido por tener que salir de esa burbuja temporal que durante la carrera me he construido, y ello, me ha molestado.
Terminé el recorrido, estiré y subí a casa.
La ducha caliente ha sido mi recompensa y he disfrutado de esos minutos en los que el agua me ha empapado y me ha regenerado. Me he vestido, he desayunado con M.J. y me he ido al trabajo, a enfrentarme otra vez y como todos, a esos frentes abiertos de mi vida.
Mis musculos han estado relajados y mi mente más despierta.
Mañana volveré a correr. Es mi hora de aislamiento. La hora de encontrarme conmigo mismo. Y el camino, la carretera, las calles estarán ahi, esperándome, fieles a su cita, obligándote a asumir ese pequeño reto de vencer la distancia, el cual aceptaré y lo afrontaré en la confianza de que, lo voy a conseguir y lo que es mas importante, lo voy a disfrutar.
Hace poco más de un mes, celebré mi cuarenta y ocho cumpleaños y quizás éste sea el instante de tratar de plasmar de alguna forma mis sentimientos, mis impresiones y mis sensaciones ante un nuevo período de mi vida, de tal forma que, de alguna manera esto constituya un ejercicio fundamentalmente de higiene mental.
No se que resultará de ésta idea y de ésta intención, pero creo que tengo la necesidad de sacar a la luz, como cuando hacemos limpieza de esos cuartos adormecidos por su falta de uso, esa intimidad que quiere aflroar por algún sitio. No pretendo realizar una obra literaria, ni tampoco un diario al modo clásico, sino quizas, al menos esa es mi intención, expresar los sentimientos que vayan aflorando en este tramo del viaje vital, y de esa forma construir el relato de una experiencia vital, que, como he dicho anteriormente, sirva, no tanto de balance de lo vivido, sino como instrumento de expresión de los sentimientos que me genera el resto de la vida que me queda por vivir.
Como en los libros de viaje, quizás el viajero no sea lo más importante de los mismos, sino los paisajes, en este caso vitales, tanto los pasados que acudan a mi memoria y por los que rezuman los recuerdos de lo vivido, como los que se me presentarán en el devenir sucesivo de mi existencia, con su segura carga de sensaciones que iré descubriendo a medida que se vayan presentando.
¿El instrumento?. Pues las sensaciones y pensamientos que me surjan en el intento de ir recobrando una forma física pérdida de forma alarmante en los últimos meses, intento que voy a materializar con la decisión de correr.